jueves, 24 de septiembre de 2009

La historia del hombre oloroso y el hombre malhumorado

Érase una vez un hombre alto que vestía ropa súper aromatizada con Suavitel, o Downy o algo oloroso. El hombre tenía la manía de verter un litro del aromatizante por cada prenda por lo que cuando salía a la calle se paseaba orgulloso por oler bien. Además cuando corría lo hacía tan ridículo que daba la apariencia de que corría imitando a un chango corriendo.

Así pues, el hombre frecuentaba ir a correr a un parque donde otro hombre malhumorado solía ir también. El hombre malhumorado sin embargo era más normal ya que no usaba aromatizantes por lo que su ropa simplemente no olía mal pero tampoco olía a fragancias que recuerdan a mamá.

El hombre oloroso dejaba una ráfaga floral por el camino, por lo que el malhumorado podía concluir: aquí anda mister chango-correlón-oloroso-floral. Después de unos minutos lo podía comprobar, señor chango-correlón acababa de pasar. Su inconfundible fragancia se tenía que soportar..ar....ar....aaarrrgh. El malhumorado hombre sufrió un ataque de ira provocado por el dulzón aroma y por ver al hombre chango correr por lo que corrió hasta él vociferando cosas que nadie pudo entender, el hombre oloroso se asustó y corrió más de prisa al ver a un sujeto loco que le perseguía por lo que sé atoró en una manguera que algún vecino descuidado dejó en el jardín y cayó, cayó sobre un cúmulo de cacas que un perro gigante acababa de donar a la madre Tierra.

Pobre hombre oloroso, ahora tendrá que usar 2 litros para lavar esa playera, pobre hombre malhumorado, ahora el hombre oloroso estará mas oloroso.

Moraleja: si una persona te es desagradable, no corras hacia ella haciendo ruidos, ve cautelosamente y dale un zape. Y luego corre, corre como loco vociferando lo que sea.

1 comentario:

Alejandro Vargas dijo...

Y te imaginé perfectamente pegándole al sujeto y corriendo a su alrededor.